Residència Literària Finestres

( 37 )

Es el corazón del entusiasmo. Un mes de escritura en Sanià fue el equivalente a dos años de trabajo en su casa, a pesar de que se trajo su propia casa ambulante: treinta y dos libros, un cuadro de su hija (una casa con veinticinco ventanas), muñecos de animales (osos, una cebra, un pato, un braquiosaurio y un perezoso) y fotografías.

( 38 )

Sabíamos que vendría a pelearse con la escritura y por eso le dimos el estudio de las seis ventanas. Allí le dio miles de vueltas al proceso creativo. Pensó en el tiempo, en el dinero, en la depresión, en el insomnio; se preguntó, en últimas, si la escritura puede ser realmente un trabajo o no. Las respuestas se conocerán más adelante. Nosotros estamos convencidos de que ganó la pelea.

( 36 )

Nos ilustró con sus conocimientos sobre drogas recreativas y terapéuticas, tema de su futuro ensayo. Buscaba dosis de dopamina en las aguas frías de cala Canyers y Sanià.

( 34 )

Estableció la costumbre de comer helado siempre entrada la noche. Cada día salía a buscar a un personaje ficticio por el bosque, siempre con auriculares y gafas de sol.

( 35 )

Entendió que, para dar con «la forma», primero debía desaparecer. Aparte de escribir la que será su primera novela, hizo de librero o bibliotecario de Sanià y también nos cedió el acceso a todas sus plataformas de cine.

( 31 )

Durmió con el bate al lado de su cama para mantener su obra fragmentaria. Aprovechó las aguas frías de Cala Canyers. Llegó con una maleta llena de libros. Se fue con ella todavía más pesada.

( 32 )

Repartió a cada unos lápices Blackwings 605 como si necesitara armar a todo el mundo. Sin embargo, libró su guerra a solas en el estudio. No sabemos cuántas caladas les dio a sus cigarrillos en la terraza de Sanià.

( 33 )

Dibujo varios ángulos de la casa principal, así como a las gallinas y las cigalas vivas. Trabajó en su ensayo del conocimiento empírico o artesanal o de la experiencia. Hizo suya una máquina de café.

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Es el corazón del entusiasmo. Un mes de escritura en Sanià fue el equivalente a dos años de trabajo en su casa, a pesar de que se trajo su propia casa ambulante: treinta y dos libros, un cuadro de su hija (una casa con veinticinco ventanas), muñecos de animales (osos, una cebra, un pato, un braquiosaurio y un perezoso) y fotografías.

( 38 )

Sabíamos que vendría a pelearse con la escritura y por eso le dimos el estudio de las seis ventanas. Allí le dio miles de vueltas al proceso creativo. Pensó en el tiempo, en el dinero, en la depresión, en el insomnio; se preguntó, en últimas, si la escritura puede ser realmente un trabajo o no. Las respuestas se conocerán más adelante. Nosotros estamos convencidos de que ganó la pelea.

( 36 )

Nos ilustró con sus conocimientos sobre drogas recreativas y terapéuticas, tema de su futuro ensayo. Buscaba dosis de dopamina en las aguas frías de cala Canyers y Sanià.

( 34 )

Estableció la costumbre de comer helado siempre entrada la noche. Cada día salía a buscar a un personaje ficticio por el bosque, siempre con auriculares y gafas de sol.

( 35 )

Entendió que, para dar con «la forma», primero debía desaparecer. Aparte de escribir la que será su primera novela, hizo de librero o bibliotecario de Sanià y también nos cedió el acceso a todas sus plataformas de cine.

( 31 )

Durmió con el bate al lado de su cama para mantener su obra fragmentaria. Aprovechó las aguas frías de Cala Canyers. Llegó con una maleta llena de libros. Se fue con ella todavía más pesada.

( 32 )

Repartió a cada unos lápices Blackwings 605 como si necesitara armar a todo el mundo. Sin embargo, libró su guerra a solas en el estudio. No sabemos cuántas caladas les dio a sus cigarrillos en la terraza de Sanià.

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Dibujo varios ángulos de la casa principal, así como a las gallinas y las cigalas vivas. Trabajó en su ensayo del conocimiento empírico o artesanal o de la experiencia. Hizo suya una máquina de café.

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